Rubén Yessayán, piano (9/11/13)
Rubén Yessayán visitó Lo Otro con un sugerente programa alrededor del fenómeno del color. ¿A qué se refieren los músicos al utilizar ese término? ¿Puede ser una música verde o violeta? En sus comentarios previos, Rubén explicó que no: se trata de un lenguaje intermedio entre el convencional y el musical, una cuestión de enriquecer el vocabulario y aprovechar la capacidad sinestésica del cerebro humano.
Los elementos extramusicales como inspiración para un compositor fueron muy frecuentes a partir del Romanticismo. Pero Rubén nos regaló un ejemplo poco conocido que se remontaba nada más y nada menos que al barroco: Les Folies Françaises ou Les Dominos de François Couperin, quien en esta suite asocia cada pequeño movimiento a una emoción, asignándole un color concreto.
Siguió Les jeux d’eaux à la Villa d’Este de Franz Liszt, pieza casi preimpresionista que describe el agua como símbolo de vida y muerte, ciclo que aparece plasmado en la estructura de la obra. La descripción sonora de los juegos de agua de las fuentes y los jardines no sería la única música de referencia acuática del programa.
El plato fuerte llegó con el primer libro de Preludios de Claude Debussy. En 2012 Yessayán celebró el 150º aniversario del nacimiento del compositor dedicándole un monográfico publicado en el sello discográfico Verso, que incluía además el Children’s Corner. Los doce preludios –doce rarezas como dijo Yessayán, reivindicando su innovadora apuesta compositiva– son un recorrido sensorial fascinante que, a petición del propio Debussy, sólo revelan su título al final de la pieza para evitar condicionar la imaginación del oyente. Y aquí es donde Rubén se siente como pez en el agua, donde maneja con destreza los diferentes registros del instrumento y establece los planos sonoros tan necesarios en la música impresionista. Yessayán atravesó este tour de force demostrando delicada cautela en la paleta de dinámicas y una mezcla de pedales generosa, sin miedo a la transfusión de las armonías, reconociendo en el contacto entre acordes la misma validez de la mezcla de los óleos sobre el lienzo.
Este programa, perfectamente hilado en temática y estilo, finalizó con El Albaicín de Isaac Albéniz, perteneciente a la exigente Suite Iberia. Rubén explicó que era un guiño final entre compositores: esta pieza fue seguramente inspiradora de La Sérénade Interrompue, incluida en el cuaderno de preludios que acabábamos de escuchar: era favorita de Debussy y las coincidencias entre ambas rasgos son más que evocadoras. Con gracia y el justo sabor español, Rubén concluyó el programa, que no el concierto: quedaba la sorpresa final en el piso de arriba. Consciente del pasado del piano del Café Central y de todo el jazz que encierra en su madera, Rubén nos regaló un precioso arreglo propio de Someone to watch over me. El standard célebre de los hermanos Gershwin fue especialmente versionado para la ocasión y para el Yamaha C3, al que seguramente le vibrarían los recuerdos de viejos tiempos. ¡Bravo!
Comments are closed.