Sandra Carrasco Trío (9/10/15)
Sandra Carrasco, voz
Daniel Melón Jiménez, guitarra española
José María Cortina, piano
Nos sumergimos en aguas oceánicas. La voz privilegiada de Sandra Carrasco vino, en formato trío, escoltada por José María Cortina al piano y Daniel Melón Jiménez a la guitarra. Recrearon en acústico el último trabajo discográfico de Sandra, Océano, una colección de versiones de clásicos latinos donde los boleros de Los Panchos, los tangos de Gardel o la dimensión folclórica de Mercedes Sosa reviven embrujados por el duende de la voz de Sandra.
Y es que es un disco-mar. Latino, jazz, flamenco: en todas las aguas se mueve Sandra como pez en el agua, sin temer lo más mínimo a atravesar corrientes tan distintas entre sí. La artista de Huelva se embarca en una travesía arriesgada en la que muchos naufragarían, pero su voz posee una naturaleza amplia y transoceánica, adaptable a cualquier canto sea cual sea su cultura originaria, y capitaneando su trío –tripulación de lujo– no puede sino llegar a buen puerto.
Pero Sandra se adentró en la orilla en solitario. A capella: así empezó a vibrar su voz con un estremecedor cante del siglo XVIII, que nos erizó la piel, ejemplo de su interés por la faceta antropológica de la herencia musical de su tierra. La guitarra de Daniel, que tan bien entreteje le armonía alrededor de la voz de Sandra, se sumó a “Como un pájaro libre” de Mercedes Sosa, que enlazó con el bolero “No sabes nada de la vida”. Pudimos escuchar la primicia “Merci bondié”, una plegaria-canto de esclavos inspirado a raíz del terremoto de Haití. Y ya con la energía casi eléctrica de José María Cortina al piano, maestro de experiencia incalculable, quedó demostrado el dominio de este trío en la diversidad latinoamericana del repertorio, desde el tango “Por una cabeza” del maestro Gardel, “Envidia” del puertorriqueño José Feliciano, la brisa brasilera de “Oh que será” de Chico Buarque o el pop del argentino Fito Páez “Te vi”, filtrado por bulerías.
Qué contagiosa es la inyección rítmica y de energía que emana de este trío. No es nada convencional ni fácil incluir dos instrumentos de textura armónica como son el piano y la guitarra, pero cuya convivencia en el escenario fue notable, muy empastada y de gran realce para la voz de Sandra. Siguieron el brioso homenaje a Pepa Flores con la “Bossa-nova” de la película “Rumbo a Río” y el hirviente “Fever” de La Lupe. Escuchamos la balada”Hojas muertas” (“Autumn leaves”) en la primera versión castellana del standard, a la que siguió, con total naturalidad, una copla. Y este es el valor que permite a estos musicazos transitar por cualquier palo: “La bien pagá” fue la guinda de sabor local a un repertorio extranjero, pero extraordinariamente bien importado. Como propina, el buque oceánico de Sandra atracó en el piso de arriba junto al piano del Café Central: “Nostalgias” de Gardel, en casi un susurro y un Cortina perfectamente amarrado al suspiro del tango, finalizaron una travesía musical de ultramar verdaderamente inolvidable.
¡Gracias, maestros!
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