De Viena a Andalucía_ De Mozart a bulerías

De Viena a Andalucía_ De Mozart a bulerías (24 y 25/1/2015)

Omar Acosta, flautas
Emilio González Sanz, piano clásico
Pablo Rubén Maldonado, piano flamenco

Hay conciertos con programas convencionales que se desmoronan por su propio peso. Y los hay que, con programas arriesgados, sorprenden porque echan a volar inesperadamente.

Así fue la propuesta de aunar música clásica y flamenco del estupendo flautista y compositor Omar Acosta, que visitó Lo Otro escoltado al piano por Emilio González Sanz, uno de los pianistas clásicos más originales de su generación, y Pablo Rubén Maldonado, referencia actual de las teclas flamencas. Nos ofrecieron un polifacético viaje que partía de la Viena de Mozart y Schubert, y que tuvo como destino final el flamenco, con alguna que otra sorpresa (y desvío) en el trayecto.

Despegamos en Viena con música de dos compositores para los que está ciudad fue una referencia geográfica vital, Mozart y Schubert, que justo esos días hubiesen cumplido 259 y 218 años, respectivamente. Así, como pequeño homenaje de aniversario, pudimos escuchar tres sonatas para flauta y piano compuestas por Mozart cuando tan sólo contaba ocho años de edad. Su frescura y aparente sencillez fueron impecablemente transmitidas por Omar y Emilio, con elegancia y perfecto equilibrio dinámico. La formación clásica de Acosta brilló a través de un fraseo exquisito, perfectamente respondido por Emilio, y que nos inició en este recorrido que partía del clasicismo incipiente del Wolfgang niño.

El siguiente aniversario a celebrar nos ofreció una celebérrima melodía: “Ständchen” (Serenata) de Franz Schubert. El lied original para voz y piano, perteneciente a su ciclo “El canto del cisne”, fue transcrito para piano solo por otro Franz fundamental en la historia de la música: Liszt. Emilio logró extraer del Mason & Hamlin todo un abanico de planos sonoros, incluyendo los delicados ecos que Liszt añadió de su cosecha, y que la dotan de una belleza cígnea y bellamente decadente.

A continuación sobrevino la incógnita: ¿cómo transitar con éxito del repertorio clásico a los palos flamencos? Pues con una solución inesperada pero convincente. Sin previo aviso, Emilio se lanzó a tocar su propia transcripción para la mano izquierda del preludio de la primera suite de Bach para violonchelo. La sorpresa vino cuando la flauta de Omar empezó a glosar improvisaciones desde el fondo de la sala, mientras se iba acercando al escenario acompañado de Pablo Rubén. Éste se sentó al cajón y durante unos instantes se vivió una transición a los ritmos flamencos totalmente orgánica y fluida. Siguieron tangos y alegrías, mostrando en Pablo un pianista de auténtica raíz y entrega, impecable contrapunto para un Omar igualmente magistral en esta nueva faceta estilística. Pero como todo el mundo sabe (según explicó el flautista), entre Viena y Andalucía está Venezuela. Desde la flauta baja, nos ofreció un canto de ordeño de belleza sencilla, ancestral y profunda, apoyado en sugerentes armonías que Pablo improvisaba desde el piano, demostrando ser un pianista versátil e inspirado más allá de su genuino pianismo flamenco.

Compuestos por el propio Omar, los tangos “Sola” redondearon el programa, que aún guardaba dos ases debajo de la manga: unas sevillanas a cuatro manos con los dos pianistas reunidos. Pero los rugidos del público reclamaban todavía otro bis: el que tuvo lugar en el piano del Café Central, donde sonó el “Siciliano” de Bach interpretado desde el tamiz muy personal de estas cuatro manos, armoniosamente bien avenidas bajo el prodigioso aliento de este mago soplador que es Acosta.

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