Now & Present_ Sofya Melikyan & Pascal Niggenkemper

Now & Present (19/7/14)

Sofya Melikyan, piano
Pascal Niggenkemper, contrabajo preparado

Un viaje por galaxias sonoras que no dejó indiferente a nadie: así despidió Lo Otro la temporada 13/14, con un proyecto sin precedentes y rabiosamente contemporáneo. Volvimos a enfrentar a un músico clásico con uno de jazz: Sofya Melikyan y Pascal Niggenkemper, directamente aterrizados de Brooklyn y con una ferviente actividad internacional por separado.

El título de su primer proyecto en común, “Now and present”, define literalmente su esencia. Música para piano del presente panorama compositivo declamada por las soberbias manos de Sofya, a la que responde Pascal desde la improvisación libre, al mando de esa inusitada orquesta multitímbrica llamada contrabajo preparado.

Desde la primera nota, la sesión ya prometía la teletransportación auditiva a paisajes sonoros literalmente inauditos. La condición indispensable era, eso sí, la escucha libre de prejuicios, abierta y curiosa por descubrir y dejarse asombrar por las tremendas capacidades sonoras de los instrumentos que teníamos delante. Las explicaciones de Sofya, claras, amenas y muy informativas, fueron claves para adentrarnos en cada una de las obras.

La pieza de Andy Akiho “Vick(i/y)” (2008) abrió la exploración desde el piano preparado, técnica de manipulación instrumental popularizada por John Cage en los años 30. En este caso, la obra requería de algunas monedas de diez céntimos de dólar (“dimes”) insertadas entre las cuerdas del registro medio del piano, para conseguir efectos de reverberación metálica, opaca, percusiva. Al finalizar la pieza, Pascal empezó a demostrar cómo crear un sorprendente catálogo sonoro a partir de un arsenal de objetos cotidianos, como unas tulipas metálicas de lámpara colocadas entre las cuerdas, a modo de amplificadores vibrantes. Pudimos escuchar desde el aullido chirriante al gemido susurrado, del ruido sin entonación definida, a la evocación de otros instrumentos como la guitarra eléctrica. Y es importante aclarar que Pascal no utiliza este impactante espectro sónico como escapatoria técnica: su sonido natural sobre el instrumento desnudo, sin preparar y sin amplificar eléctricamente, es grande, limpio y hermoso, perfecto para tocar en acústico.

Siguió “Cluster Suite” (2014) de la compositora venezolana Raquel Quiaro, que fue un estreno parcial. La propia compositora, presente en la sala, definió su obra como un estudio sobre la disonancia a partir de la materia prima que, como arcilla en mano, es el sonido para el compositor. Exploración que abarcaba todo el registro del teclado y un contrastado rango dinámico y de energía, siempre impecablemente caracterizada por Sofya. Pascal respondió con un monólogo de pizzicato que derivó hacia las crepitaciones de sus láminas de aluminio, que odeaban las cuatro cuerdas del contrabajo a la altura del puente.

Nos esperaba el momento de más carga lírica de la noche: los “Cuatro Tankas” (2011) del armenio Jirayr Shahrimanyan, inspirados en poemas medievales japoneses del mismo nombre, y que fueron leídos por la pianista antes de cada movimiento. Su fuerte influencia nipona era evocadora de Takemitsu, en el tratamiento delicado y transparente de los recursos pianísticos, admirablemente declamados por Melikyan. Pocas veces nuestro Mason & Hamlin ha evocado universos tan cristalinos como lo consiguieron sus manos. Los tankas, evocadores de elementos naturales, recibieron respuestas al contrabajo que sugerían susurros orgánicos, crujidos vegetales, tímbrica de insectos. También fuimos testigos de cómo un vulgar tubo de cartón producía un gemido que recordaba a los cánticos difónicos típicos de Asia Central. Esta conversión del objeto cotidiano en sonido casi transcendente podría servir de metáfora para explicar la vivencia de Niggenkemper tras su contrabajo: con él transmuta lo ordinario en extraordinario e inaudito, en un estado casi de trance y veneración por el sonido en sí mismo.

“Newport” para piano y cinta (2013) de Geoff Sheil clausuró el programa. Ejemplo de una de las primeras técnicas de la música electroacústica, la superposición de tomas pregrabadas –en este caso de un anuncio de cigarrillos de los años 60– casi siempre es garantía de un potente efecto en el espectador. Así fue, sin duda amplificado por la energía y minuciosa intensidad que Sofya siempre imprime a todo lo que aborda.

Y la excepción (tonal) que confirmó la regla (vanguardista) de la noche llegó con el bis, como es costumbre, en el piano que perteneció al Café Central. Hasta el piso de arriba subió el contrabajo para cantar “Vocalise” de Rachmaninov, lo que no deja de ser un reto: es casi imposible no asociar esta pieza con la voz del violoncello. Pero Pascal lo superó con doble mérito, no sólo por convencernos de que la voz más áspera y rotunda del contrabajo también es capaz de encontrar un color melancólico, sino por acercarse a una orilla clásica siendo un navegante de jazz.

Gracias a él y a su inigualable compañera de travesía por esta velada que nos recordó que, a pesar de sus múltiples orillas, la música es un único océano. Y en el que además, todavía quedan playas vírgenes.

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