Moisés P. Sánchez, piano (20/9/14)
No podíamos imaginar mejor manera de inaugurar nuestra temporada de house concerts: el pianista Moisés P. Sánchez presentando “Soliloquio”, su primer trabajo discográfico en solitario.
Tras tres discos como líder, Moisés afronta el reto del monólogo ante el piano. Y estábamos absolutamente expectantes ante lo que este tremendo pianista, arreglista y compositor iba a contarnos desde las 88 teclas de nuestro Mason & Hamlin, que tocó por cuarta vez en la historia de Lo Otro.
El soliloquio comenzó con explosión sonora de “El vals del bardo”, homenaje a Brad Mehldau. Este tema encuentra su inspiración en el disco “Elegiac Circle”, trabajo en solitario del americano admirado por Moisés. A partir de la célula temática compuesta por las notas que corresponden a las letras de la palabra “bard” (si bemol, la y re), Moisés rompió el hielo adentrándonos directamente en la llama.
“Un ligero despertar” continuó el despliegue volcánico de recursos al teclado. De título obviamente irónico, este despertar corresponde a un sueño denso, tormentoso y “molto agitato”. Pero el contraste llegó con el lirismo abrumador de “Un gran futuro a tus espaldas”: sonoridades líquidas, decibelios casi convertidos en delicadas láminas de cristal que nos dejaron en apnea. La paleta de colores de Moisés es amplia y los giros imaginativos de su discurso improvisatorio son lienzos perfectos para desarrollarla matiz a matiz.
“Un instante en Nueva York” retrata el caos de la ciudad que nunca duerme. Con guiños al hard bop, al musical de Broadway y alusiones a tantos estilos del piano jazz de todos los tiempos que Moisés alternó alcanzando un virtuosismo humorístico irresistible. Como el propio Moisés confesó en sus explicaciones, “Pequeño gran héroe” relata la sensación al descubrir nuevas músicas y nuevos caminos prometedores, como las fuentes en las que se inspira: Pat Metheny y su teclistas de cabecera, Lyle Mays. Emocionante fue el homenaje a su amado Bartók en “Suite para Béla”, reminiscente de los ritmos y melismas del folklore que alimentó al compositor húngaro. En efecto, sonaron ecos bartokianos en el flujo improvisario, pero también de ¡oh! Ravel, y de la escuela rusa, que resonó en las armonías decimonónicas in crescendo de “La casa en el mar”. Y el círculo se cerró con “Un pasado por delante”, tema-espejo de “Un gran futuro a tus espaldas”, con el que conecta melódica y espiritualmente.
Como bis, Moisés reservaba una sorpresa a dúo: dos temas con la cantante Cristina Mora. “By the light of the moon” desarrolló un entramado de loops autograbados de la voz a tiempo real con sampler. Desde el piano, Moisés respondía con efectos sonoros manipulando las cuerdas y ayudado de un ipad, que acabaron convirtiéndose en “My favorite things”.
En el bis obligatorio desde el piso superior, en el piano del Café Central, de nuevo solo, Moisés nos regaló desde el lenguaje más clásico de la balada standard, “My one and only love”.
Una vez verbalizadas las proezas de que es capaz al teclado, es necesario añadir que Moisés posee el no tan habitual don de la integridad musical. Léase, por esto, completitud: si uno rasca, debajo de Moisés hay más Moisés. Tras su piel sonora hay más de lo mismo: carne estrictamente musical, capas y capas de improvisador, compositor, instrumentista nato, solvente y que no teme a ningún territorio musical. Desde Lo Otro seguiremos sus monólogos, diálogos y demás exploraciones por cada nuevo mapa que trace.
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