NACHTMUSIK_ ALEMANIA EN 3 VELADAS MUSICALES
Museo Nacional de Escultura (Valladolid), julio 2016
Nachtmusik_ Alemania en tres veladas musicales es un comisariado musical para el Museo Nacional de Escultura, con motivo de la exposición Últimos fuegos góticos. Escultura alemana del Bode Museum de Berlín.
Nachtmusik (literalmente, “música de noche”) es un ciclo estival de sonoridades germanas, en la tradición de las músicas nocturnas al aire libre, que pudo ser disfrutado al fresco nocturno del maravilloso patio plateresco del Museo en manos de consolidados intérpretes.
Winterreise. Lied con mucha historia
Winterreise. Lied con mucha historia (7/7/2016)
Damián del Castillo, barítono
David Aijón, fortepiano
Nachtmusik arrancó con una de las cumbres de la música en lengua alemana: el ciclo Winterreise de Schubert, hermosamente hecho realidad por la exquisita voz de Damián del Castillo y el fortepiano de David Aijón. La previsión meteorológica obligó a cambiar el escenario del patio por la estupenda capilla del Museo, que resultó tener la acústica ideal para un dúo cuyo resultado sonoro es extraordinariamente empastado.
Podríamos definir el lied como la musicalización de poesía alemana que, durante el tardío siglo XVIII y todo el XIX, fraguó en la forma de canción de concierto para voz y piano. Titulado Lied con mucha historia, el recital se planteaba desde un enfoque historicista al incorporar un fortepiano de época y rescatar técnicas vocales e instrumentales prácticamente olvidadas. De este modo nos aproximamos a esta música de un modo más íntimo –y probablemente más fiel– que el que difunden las prácticas interpretativas desarrolladas desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días.
En sus breves introducciones, Aijón nos habló de su instrumento, fabricado por Paul McNulty en 2008 según un modelo original de Conrad Graf, circa 1819. Y también abordó el tópico de los aplausos: explicó que en el siglo XIX los ciclos de lied raramente se interpretaban completos, y retó al público a aplaudir en los momentos que realmente lo deseara. Asistimos pues a un interesante experimento que reveló los momentos más disfrutados del Viaje de invierno, un monumento cuyo abordaje como unidad es siempre una labor épica para los músicos.
Del Castillo se reveló extraordinariamente cómodo en el género y vocalmente impecable. Aijón, aparte de muy acertado en el siempre difícil (y prácticamente infravalorado) papel de dar vida a las texturas schubertianas, realizó otra proeza no menos heroica (que nos ha sido revelada por la pasapáginas). No sólo transportó su fortepiano… sino el ciclo completo. Concretamente, una tercera menor descendente tal cual leía una edición de Barenreiter en otra tonalidad. Menudo viaje.
Aires y fuegos barrocos
Aires y fuegos barrocos (15/7/2016)
Sentimental:
Íñigo Aranzasti, violín barroco
Alberto Martínez Molina, clave
Ruth Verona, violoncello barroco
Las gárgolas del patio del museo quedaron boquiabiertas… pero de asombro ante la saturación de belleza. Comprobamos la magnífica acústica que la piedra plateresca de este claustro ofrece al convertirse en privilegiado escenario, esta vez para acoger un delicioso chapuzón por el barroco alemán de Biber, Froberger, Telemann, Haendel y Bach.
Con muy acertados comentarios previos a cada obra, Alberto Martínez Molina nos introdujo en un concierto en el que el clave y el violín y cello barrocos exploran los afectos escondidos en las partituras del XVII y XVIII.
Sentimental, el sorprendente nombre elegido para este trío, es la valiente reivindicación que como ensemble realizan en un mundo –el de la música antigua– excesivamente influenciado por la fría y científica perspectiva musicológica, que tantas veces olvida el interés por lo emocional tan frecuente en la época, cristalizado en la Teoría de los afectos presente en todos los tratados musicales del momento.
Más allá de la identidad puramente germana, los comentarios sobre las obras revelaron las conexiones con la exposición Últimos fuegos góticos: desde la Anunciación a María, presente tanto en las tallas como en las Sonata del Rosario de Biber, hasta los diferentes tipos de madera, o el concepto del árbol y fractalidad en la obra de Bach.
El público se deleitó de un programa no solo magníficamente elegido y explicado: también más que interpretado, disfrutado y exprimido desde el escenario. Tanto en sus intervenciones a solo o dúo, como a trío completo empastado a la perfección y con gran equilibrio, Sentimental fondeó y consiguió sumergirnos en cada uno de los estados emocionales capturados en las partituras. Larga vida a Sentimental.
Grand Duo. La orquesta imaginaria
Grand Duo. La orquesta imaginaria (20/7/2016)
Dúo Moreno Gistaín:
Juan Fernando y José Enrique Moreno Gistaín, piano a cuatro manos
El concierto de clausura fue, literalmente, muy digital: a 20 dedos. Piano a cuatro manos, las de los hermanos Moreno Gistaín, que constituyeron toda una orquesta imaginaria encerrada en un piano. Nos regalaron un programa complejo, plagado de virtuosismo y presentado en bandeja de plata, pues este dúo no sólo aspira a la excelencia en su interpretación sino también en los cuidados comentarios con los que predisponen al público a una escucha deliciosa.
Nos explicaron cómo, al igual que las tallas sin policromar de la exposición Últimos fuegos góticos -en las que la ausencia de color condensa la fuerza expresiva en la madera desnuda-, las obras del programa nunca llegaron a ser orquestadas a pesar de sus proporciones y ambición, y por tanto carecen de la riqueza del color orquestal. Pero precisamente por ello, el mensaje queda potenciado en la concentración de un solo instrumento, del que Juan Fernando y José Enrique extraen una riquísima paleta tímbrica: parecen moverse en aguas cómodas, a pesar de la exigencia que el piano a cuatro manos impone en términos de compenetración, confianza y simbiosis sonora.
Gran repertorio del romanticismo austro-germano, inaugurado por una selección de las Danzas húngaras de Johannes Brahms, que desde un principio desveló una pareja pianística compacta y brillante. Un tema de un tardío Robert Schumann, amigo y mentor de Brahms, fue el motivo de inspiración en la génesis del ciclo de variaciones Op. 23 que a continuación pudimos disfrutar. Tras una breve pausa, la majestuosa Sonata Grand Duo de Schubert tomó la palabra y anegó de densidades quasi sinfónicas el patio del Museo.
Las extraordinarias dimensiones de esta obra, la complejidad estructural y de discurso típicamente schubertianos, y su asombrosa textura virtuosística la convierten en un reto que los Moreno Gistaín superaron con gran dosis de imaginación colorística, pero también dando un ejemplo de gestión de la inmensa y constante energía que toda ella requiere. Ante un público encantado, la propina fue un inesperado (y bastante desconocido) Impromptu de Schumann, perteneciente a las Piezas del Este Op. 66. E interpretar esta poética miniatura al borde de la medianoche fue, como de hecho confesaron al público, un deseo cumplido. Magnífico cierre de Nachtmusik: ¡DANKE!
Fotografías © Lo Otro