Aparentemente todos los pianos son iguales, pero infinidad de variantes constructivas generan la misma cantidad de resultados diversos. Incluso un mismo modelo de piano fabricado en el mismo año tiene cualidades bien distintas, incluso un mismo piano puede ser muchos dependiendo de múltiples posibilidades de ajuste, entonación y regulación.
Veinte años de historia del Central han influido en las biografías de aficionados que ya nunca fueron los mismos, en músicos que encontraron su sonido y en críticos que consolidaron su palabra. La noticia del rescate del piano para la memoria de todos, tuvo una estupenda acogida que merecía el mejor tratamiento. Aficionados que profesan el jazz apoyaron la iniciativa, músicos extraordinarios aceptaron grabar un tema para el CD del libro y hasta críticos de referencia que habían abandonado la pluma, la retomaron para participar en el libro.
El piano del Central tiene una historia única, aunque su sonido, hoy, no es el mejor posible. Muchos años, cientos de músicos, humo y aliento de aficionado han mermado las capacidades del instrumento. Hacía falta una restauración profunda, tanta que hubiera sido necesario sustituir mecanismo, teclas, pedales y hasta la tabla armónica. ¿Qué quedaría entonces del piano del Central? Puede parecer contradictorio rendir un homenaje musical a un instrumento desde otro, pudiendo utilizar el mismo; es verdad que se han registrado grandes momentos de la música con pianos mediocres, mal regulados, mal entonados y hasta mal afinados; la importancia del hecho musical puede con la calidad de la herramienta, pero una ocasión como esta requería el mejor sonido y el mayor esfuerzo para conseguirlo. En el fondo, se trata de un homenaje a la música, a una gran mayoría de aficionados y a otra gran minoría de músicos, que merecen el mejor instrumento posible. Todo hay que decirlo, también un montón de sueños propiciaron la decisión de hacerse con un gran piano. Fueron muchas acciones y viajes por parte del mundo hasta dar con él.
NO TODOS LOS PIANOS SON IGUALES
Cada piano está creado de acuerdo con una estructura determinada según la patente de cada marca. Aparentemente es el mismo producto pero infinidad de variantes constructivas generan las misma cantidad de resultados diversos. Incluso un mismo modelo de piano fabricado en el mismo año tiene cualidades bien distintas, incluso un mismo piano puede ser muchos dependiendo de múltiples posibilidades de ajuste, entonación y regulación.
En todo momento estaremos hablando de pianos de concierto, instrumentos hechos a mano y siempre son los buques insignia de cada marca, siempre hechos totalmente a mano y con lo mejores materiales posibles. En líneas generales, y para entender por qué hay tantos factores que influyen en las diferencias entre unos instrumentos y otros, analizaremos las partes fundamentales que pueden fabricarse, ensamblarse o acabarse de una manera u otra según la marca. Los pianos poseen un alma de acero, el arpa o bastidor metálico, que recoge las enormes tensiones generadas por las cuerdas. Este arpa carece de resonancia, es por ello que se encastra en una estructura o caja de madera formada por láminas de madera -o madera maciza como extrañamente hace Boesendorfer- , esta es la parte visible y exterior, pero tiene una implicación grande respecto a extender las capacidades del arpa. La tabla de armónica, alma del piano y responsable de la resonancia y amplificación del tono, se coloca encajada bajo el arpa y sujeto a la caja. Entra en contacto con las cuerdas del bastidor gracias a los puentes, estructuras lineales de madera que transmiten el sonido de las cuerdas a la tabla y consiguen la alineación y el orden de las mismas. A todo este conjunto se le inserta el mecanismo, conjunto de teclas, básculas, martillos, etc. que pueden sumar hasta 6.000 piezas, muchas de ellas regulables, que se encargan de transmitir el movimiento físico de las manos del músico en pulsaciones sobre las cuerdas que generan el sonido. Con todos estos componentes ensamblados a mano es fácil entender las diferencias entre instrumentos en cuanto a formación del sonido, tono, tacto, etc.
PRIMERAS OPCIONES
¿Cómo conseguir el mejor piano posible? La primera opción era pensar en un piano de concierto CF ó CF III, buque insignia de la misma marca del piano del Central. Tenía mucho sentido que el mejor Yamaha posible ofreciera su calidad a un proyecto así. La idea consistía en llevar un buen piano al estudio durante 6 meses para grabar a los músicos según su disponibilidad. Para ello se tradujo el dossier del proyecto al inglés y al japonés para hacerlo llegar a los responsables japoneses de Yamaha (descargar). El objetivo, además de disponer temporalmente de un buen instrumento para las grabaciones, era recopilar información sobre la construcción del Yamaha C3 del Central, y concertar una visita a la fábrica en Japón. No hubo éxito, tras contactar de forma presencial con las oficinas de Yamaha USA en NYC, las de México en el D.F y las de la península Ibérica en Madrid, ninguno de sus representantes, pese a su aparente entusiasmo, consiguieron respuestas de ningún tipo.
La segunda alternativa apareció de una forma natural. Madrid se puede ver de muchas maneras, las lecturas son infinitas y una de ellas es proyectando la posición real de pianos de concierto, uno no puede ver la ciudad de la misma manera sabiendo que tras los muros de un edificio reposa un magnífico piano de cola -qué música estará haciendo, cuánta le quedará por hacer, cuántas personas serán otras tras escucharlo…-.
Desde hace años visito el Conde Duque y siempre tengo presente que, bajo su observatorio se encuentra un magnífico Steiwway & Sons modelo D cuidado por el gran técnico Gonzalo Bernaola. El Conde Duque está terminando la mayor transformación que ha tenido en su historia, para convertirse en una increíble infraestructura cultural metropolitana ligada a la memoria de Madrid, la difusión y conservación de su historia y la producción y exhibición de manifestaciones artísticas relacionadas con el mundo de la escena y la música. ¿y qué es el proyecto del piano del Central? Parecía todo propicio. En marzo de 2010 lo visité en plenas obras de rehabilitación, supe que en cuanto comenzaran las obras del auditorio tendrían que sacar al piano de allí para su buena conservación, imaginé que quedaría almacenado y sin uso hasta que las obras terminasen, así que vi una oportunidad y presenté el proyecto a los máximos responsables del Área de las Artes del Ayuntamiento que quedaron encantados en participar, apoyaban el homenaje a ese pedazo de historia del jazz de Madrid mientras aseguraban los cuidados del instrumento en su periodo de cautiverio. Ahora solo había que comprobar que no existiera ya una nueva misión encomendada para ese instrumento, pero no fue así, ya había otros proyectos en marcha con la Banda Municipal. No fue posible conseguir el instrumento pero sí se afianzó la certeza de hacerlo más temprano que tarde y quien sabe si el Conde Duque podrá albergar la presentación del libro y el concierto de homenaje.
Ya que Yamaha Japón no podía mostrarme su fábrica, opté por contactar con otras marcas para acercarme al sonido que andaba buscando. Fazioli no pudo mostrarme sus instalaciones. Bechstein sí me abrió sus puertas pero solo pude probar sus maravillosos instrumentos en una tienda de Dresde en la que tenían casi toda su gama. Boesendorfer en Viena sí organizó mi visita. Steinway no la permitió en su fábrica de Hamburgo mientras que Steinway de Nueva York sí lo hizo, fue mi segundo viaje. Rastreando Internet en busca de pianos de concierto, aparecieron infinidad de posibilidades: particulares vendiendo su instrumento, tiendas físicas en España y resto del mundo, tiendas online, restauradores, etc. Tras analizar todas las posibilidades, fue el contacto con Ken Ecury, propietario de Pianospain, quien propició el desenlace final para la obtención del piano, un Mason & Hamlin CC 94.